La particular disposición de las vías respiratorias inferiores, con porciones pulmonares donde no tiene lugar intercambio gaseoso y, por ello, poco vascularizadas, favorece la acumulación de exudados inflamatorios o infecciosos en zonas donde apenas difunden los antimicrobianos, desencadenando o agravando los cuadros neumónicos.
Rinitis. La secreción nasal es el signo característico de infecciones de las visas respiratorias altas o de la cavidad oral, casi nunca de neumonía, ya que la complicada anatomía de la tráquea y bronquios impide la eliminación de exudados pulmonares. La citología y cultivo de las secreciones debe orientar el tratamiento. En cualquier proceso respiratorio es importante revisar las condiciones de alojamiento y alimentación, complementando con vitamina A ya que su carencia da lugar a metaplasia escamosa del epitelio.
Neumonía infecciosa. Producida por bacterias (oportunistas) y hongos, se observa habitualmente en pacientes inmunodeprimidos, con carencia de vitamina A o alojados en condiciones inadecuadas de humedad. Cursa con letargia, apatía, disnea (inspiratoria), taquicardia, extensión del cuello respiración bucal, pérdida de flotabilidad o abandono del agua (especies acuáticas).
La mayoría de los procesos infecciosos de las vías respiratorias inferiores suelen diagnosticarse tardíamente, por lo que el tratamiento debe ser bastante intensivo para resultar eficaz. Lo ideal es adecuar la terapia a los resultados obtenidos tras un lavado transtraqueal sin embargo cuando ello no es posible o en pacientes muy graves, el antibiótico de elección es la amikacina IM (previa hidratación del paciente). El empleo de oxigenoterapia se restringe a pacientes con signos claros de hipoxemia grave, ya que los ambientes con niveles altos de oxigeno tienden a suprimir la respiración espontánea de los reptiles (y activar el metabolismo anaerobio).
Calificar este artículo