La serpiente es un animal enigmático, sigiloso y, en ocasiones mortal. El veneno que utilizan estos animales que caminan a ras de suelo puede ser fatal para el ser humano puesto que, una vez dentro del organismo, es capaz de acarrearnos graves secuelas o, incluso, acabar con nuestra vida. El efecto letal de estas sustancias es consecuencia de un porcentaje ínfimo, pero especialmente mortífero, de un pequeño grupo de ingredientes.

En la naturaleza, la supervivencia es la ley bajo la que se rigen la mayoría de las especies que viven en estado salvaje. La producción y utilización de venenos por las serpientes constituye uno de los sistemas de defensa y ataque más logrados dentro del mundo animal. Pero ni todas las víboras emplean el mismo líquido perjudicial a la hora de paralizar a su presa, ni todas las ponzoñas actúan de igual forma una vez que han pasado a la sangre.


Grupos diferenciados
Una de las clasificaciones más extendidas en cuanto a tipo de venenos es aquella que diferencia a éstos según su composición, base que influye directamente en la que será la forma de actuar de dicha ponzoña en el organismo donde ha sido inocuada. Podríamos extender los criterios de diferenciación en el modus operandi del tóxico a muchas circunstancias: desde la zona del cuerpo donde ha sido vertida, a la actividad y cantidad de veneno, al peso de la víctima, etc.

Se establecerían dos grandes grupos de venenos: citotóxicos y neurotóxicos. La diferencia más destacada es el característico efecto que producen ya que, mientras que el primero provoca reacciones inmediatamente, el segundo tarda más en mostrar su lado más letal, sin embargo, éste reverso puede traer consecuencias mucho más funestas que las producidas por las sustancias de tipo citotóxico. Ante la duda, acudir a un servicio de emergencia es fundamental.

Reacciones múltiples
Al ser mordido por una serpiente cuyo veneno sea de tipo neurotóxico, las reacciones se hacen esperar hasta tal punto que la muerte aparece en unas pocas horas de forma súbita y casi inesperada mientras que los citotóxicos, presentes en viperinos y crotálidos, irritan e inflaman la zona y producen dolores intensos, trombos, adormecimientos, cefaleas, nauseas, vómitos... alargándose la letanía hasta producir daños de diversa consideración que van del deterioro de la función renal hasta hemorragias internas.

Los neurotóxicos, característicos de los hidrófidos y elápidos, caminan por el organismo por medio de una serie de pasos. Tras la aparición del edema, la zona afectada se ennegrece y empieza a adormecerse. Se puede sentir desde un hormigueo hasta espasmos mientras que el estado general es contradictorio, ya que unos notan un pesado sueño y otros están ansiosos. Lo siguiente es la dificultad para realizar acciones normales como tragar, hablar, ver o mover los brazos y las piernas. La cadena termina con una parada respiratoria.

Información esencial
Con el fin de que este tipo de accidentes reciban el tratamiento adecuado, la rapidez de la respuesta debe ser inmediata. Los antídotos son casi tan específicos como numerosas las especies de serpientes con las que cuenta el reino animal. Si nos resulta imposible establecer qué tipo de víbora ha sido la causante de la mordedura, se recomienda la inyección de un antídoto universal para paliar los efectos negativos y después, en urgencias, proceder con el antídoto adecuado.

Tan importante es la identificación de la variedad culpable del accidente, como la cantidad de veneno recepcionada por el individuo y la zona en la que se haya producido la incisión de los letales colmillos. Las dosis que deben manejarse con respecto a los antídotos depende, igualmente, de la cantidad de ponzoña asimilada y del lugar afectado porque existen partes del cuerpo que extienden el veneno con mayor o con menor premura.

Una intervención inmediata es esencial para que el tóxico no se reparta por el organismo. En las expediciones, los expertos aconsejan que, aquellos que las practiquen, se informen con precisión de la zona, las posibles especies que la habiten y que pueden resultar una amenaza venenosa y, por supuesto, el empleo de un botiquín que contenga elementos de acción para emergencias como, por ejemplo, un suero capaz de detener el avance de la ponzoña acompañado de una guía que permita identificar la serpiente causante de la lesión. En el caso de optar por tener una serpiente en casa, siempre será menos arriesgado apostar por un ejemplar no venenoso.

La información previa respecto a la manera de resolver estos accidentes es esencial: cómo inmovilizar al paciente, realizar torniquetes, aplicar suero, practicar sangrías o succiones que ayuden a evacuar el tóxico, aplicación de paños fríos, etc. Son acciones que cuyo método hay que conocer bien puesto que sólo la prevención es la verdadera clave para la supervivencia